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October 10, 2015

10 Una educación y Democracia, la crisis de los cuarenta

Filed under: economía,future,Holístico,política — fores @ 10:20 am

La democracia solo ofrece promesas limitadas: no el paraíso terrenal, ni la gloria del Pueblo por fin liberado de sus enemigos

10 OCT 2015 – 00:15 CEST

 

Imagen de una cola que se formó para votar en las elecciones legislativas de junio de 1977

Cuatro mutaciones de las que he sido testigo a lo largo de mi vida han determinado mi conciencia política. La primera, el cambio de una dictadura aislada internacionalmente a una democracia integrada en la Unión Europea; la segunda, el salto generacional de la clase trabajadora campesina a una clase media profesional e ilustrada; la tercera, el paso de las mujeres de la subordinación a la plena visibilidad; y la cuarta, el contraste de las seguridades del Estado de bienestar europeo con el espectáculo del crudo capitalismo americano. Una quinta mutación acentúa los aprendizajes de las anteriores: igual que viví, con plena conciencia, el paso de la tiranía a la libertad, la irrupción de las mujeres en todas las esferas de la vida pública, la mejora de mis condiciones y mis expectativas personales, también he asistido en los últimos años a la amenaza del derrumbe de todo aquello que daba por supuesto, no ya el Estado de bienestar, sino todo el sistema económico sobre el que se sostiene. La incredulidad hacia las predicciones de los expertos de cualquier signo espero no perderla ya nunca. Es saludable no olvidar que, a juzgar por el porcentaje de éxito de sus vaticinios, los economistas, politólogos y sociólogos tienen una capacidad predictiva semejante a la de los sacerdotes romanos que escrutaban vuelos de pájaros o entrañas de animales recién sacrificados.

Crecer en una zafia dictadura, que fue sanguinaria hasta sus últimos días, me curó de cualquier tentación de desdeñar la democracia o de aceptar la supresión de cualquiera de sus valores esenciales —la libertad de expresión, la igualdad ante la ley, el respeto a las minorías— en nombre de una supuesta causa superior, por muy sonora o muy noble que se la presente. La dictadura, donde todo tenía que callarse, me enseñó el derecho y la responsabilidad cívica de no callarse nunca. Y no callarse significa unas veces llevar la contraria al poder establecido y otras enfrentarse con naturalidad y gallardía a las grandes unanimidades colectivas, a lo que parece respetable, a la opinión de aquellos con los que sería de esperar que uno estuviera de acuerdo. La ortodoxia antifranquista fue muchas veces tan irrespirable como la ortodoxia franquista, y dejó una herencia duradera de dogmatismos y reflejos defensivos y un déficit de disposición para el debate y la disidencia que han marcado profundamente nuestro clima político. A la hora de la verdad, el cierre de filas parece más meritorio que la búsqueda de un acuerdo, aun al precio del sentido común y del bien común.

Los economistas, politólogos y sociólogos tienen una capacidad predictiva semejante a la de los sacerdotes romanos que escrutaban vuelos de pájaros

Habiendo deseado la democracia cuando no existía y vivido luego muchos años en ella, he aprendido su valor, pero también su fragilidad, y sus límites, que son en parte los de la misma condición humana. La democracia pierde una gran parte de su brillo, como casi todo, cuando se vuelve un hábito, de modo que en su mismo éxito está contenido su peligro, porque la estabilidad, tan deseada cuando se carece de ella, conduce pronto al tedio. El romanticismo de la democracia relumbra sobre todo cuando se carece de ella, cuando se anhela su llegada o se sufre su pérdida. En la democracia —al menos mientras no tiene calificativos ni aditivos—, la soberanía popular se ejerce a través de un sistema de contrapesos y controles, de separación de poderes y vigilancias administrativas e informativas que rara vez dejan sitio a los grandes ímpetus salvadores, a las confortadoras simplicidades de la épica. En las democracias, decía Raymond Aron, rara vez se elige entre el Bien y el Mal, y casi siempre entre lo preferible y lo detestable. A diferencia de cualquier otro régimen, la democracia solo ofrece promesas limitadas: no el paraíso terrenal, ni la gloria del Pueblo por fin liberado de sus enemigos, sino cambios graduales que pueden mejorar las vidas del mayor número de personas posible, pero que son difíciles de mantener y muy fáciles de descuidar. Modestamente, paso a paso, sin grandes énfasis, la democracia, en Europa, a partir del abismo de sangre, horror y desorden de 1945, ha logrado algo que en aquel “Año Cero” parecía imposible: un acuerdo duradero entre aquellos mismos que llevaban medio siglo matándose entre sí; una ciudadanía común por encima de las fronteras; un equilibrio entre la iniciativa privada y las libertades personales sostenidas en políticas de educación pública y sanidad universal.

Crecer en una zafia dictadura, que fue sanguinaria hasta sus últimos días, me curó de cualquier tentación de desdeñar la democracia

Que ese modelo esté ahora averiado y en peligro no rebaja el valor de todo lo que se ha logrado: más bien es un motivo para defenderlo y mejorarlo. Al menos tres generaciones llevan beneficiándose de él: la nuestra, desde el principio de la juventud; la de nuestros padres, en la edad madura y la vejez; la de nuestros hijos, que por primera vez se ven en un doble peligro: el de perder ese modelo de libertad política y progreso social, y el de desdeñarlo.

El desdén puede ser comprensible, ante tanta corrupción, insuficiencia, injusticia. Pero apreciar lo bueno que a pesar de todo se sigue teniendo no implica conformidad, sino plena conciencia del valor de las cosas y exigencia de sostenerlas y mejorarlas. La democracia, la socialdemocracia, carecen del romanticismo de lo claro y tajante y, a diferencia de los sistemas autoritarios o mesiánicos, no hacen grandes inversiones en propaganda. La democracia y la socialdemocracia suelen tener muchos beneficiarios, pero muy pocos defensores, y algunos de sus más eficaces enemigos son los que más provecho han sabido sacar de ellas, al amparo de sus libertades y sus garantías. Sus banderas solo despiertan entusiasmo cuando son banderas derrotadas. Sus héroes siempre son retrospectivos. Si la República de Weimar o la II República española hubieran contado con la gratitud y el apoyo de tan solo una parte de quienes más motivos tenían para defenderlas, el triunfo de Hitler y luego el de Franco habrían sido mucho más difíciles. En un raro momento de sinceridad política, Jean-Paul Sartre, que tan poca simpatía manifestó siempre por el sistema democrático que garantizaba y amparaba su libertad intelectual, escribió que solo cuando se encontraron bajo la ocupación nazi descubrieron él y sus amigos los muchos méritos de la III República.

La ortodoxia antifranquista fue muchas veces tan irrespirable como la ortodoxia franquista, y dejó una herencia duradera de dogmatismos

La democracia es más fuerte de lo que parece contra sus enemigos exteriores —el terrorismo, la agresión militar—. Las democracias no pierden guerras, a diferencia de las dictaduras, y no hay organización terrorista que las ponga de verdad en peligro. Si se destruye es desde dentro: cuando en nombre de la seguridad recortan las libertades y se infaman con la tortura; cuando la desigualdad extremada hace imposible el ejercicio de la ciudadanía y la riqueza despótica compra las elecciones y corrompe la Administración y la política; y cuando el origen y el dinero determinan de manera absoluta la calidad de la educación y la salud cerrando a la mayoría la perspectiva del progreso y, por tanto, cualquier esperanza efectiva de igualdad. Que no haya formas imparciales de reconocimiento del mérito es una desgracia, pero mayor desgracia aún es que el mérito ni siquiera tenga la oportunidad de revelarse.

Decía Karl Marx, cosa que sorprenderá a los expertos en teoría educativa, que la ignorancia nunca ha liberado a nadie. Si he aprendido algo a lo largo de todos estos años es que la mezcla de la injusticia y de la ignorancia favorece la infelicidad de las personas y la ruina de la democracia.

 

EN PORTADA / DIAGNÓSTICO DE UNA CRISIS

Cuatro décadas después de la muerte de Franco, historiadores y filósofos sostienen que ha llegado el momento de reformas profundas en España

Manifestación en la Puerta del Sol de Madrid en 2013. / Andrés Kudacki (Ap)

Es difícil sustraerse a la atracción de los números redondos. El próximo 20 de noviembre se cumplirán cuatro décadas de la muerte de Franco y justo un mes después se celebrarán las elecciones generales más abiertas de los últimos tiempos. En medio, la formación del Gobierno independentista salido de los pasados comicios catalanes y el 37º aniversario de la Constitución de 1978. Para algunos, la Carta Magna es un fruto prohibido —más melón que manzana— imposible de abrir sin que se desate el caos; para otros, el origen de un régimen que consideran agotado. Junto a palabras como crisis, brecha, casta o vieja política vuelven a escucharse algunos términos fetiche de la Transición: reforma, ruptura, consenso, pacto.

Hace dos años, el jurista Santiago Muñoz Machado, miembro de la RAE y de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, ganó el Premio Nacional de Ensayo con un libro de título sobrio —Informe sobre España— y subtítulo espinoso: Repensar el Estado o destruirlo. Allí escribe párrafos como este: “Cuando las Constituciones han durado más, como ocurrió con la de 1876, o está pasando con la de 1978 en la actualidad, ha sido porque la clase política y las élites sociales han conseguido trenzar sus intereses de modo que las ventajas de la estabilidad y el parasitismo sobre las instituciones públicas se reparta de un modo equilibrado entre ellos o, en su caso, procurando una razonable rotación en el disfrute de prebendas. Si la situación aprovecha a los principales actores políticos y sociales, existirán menos razones para cambiarla. El anquilosamiento o la congelación del régimen constitucional no es difícil si la trama se extiende por todo el territorio del Estado, apostando en cada lugar estratégico a un leal cacique local que asegure la aceptación pacífica, o incluso entusiasta, y desde luego participativa, del reparto del poder”.

Cuatro décadas después, a ese congelado institucional parece llegarle el tiempo del deshielo. El bipartidismo lleva tiempo amenazado desde la derecha, la izquierda y el centro —y “desde el centro-centro”, según algunas—. Mientras, la crisis económica y la desigualdad han hecho que ya sea historia el bienestar que, según Muñoz Machado, “camufló” la inadecuación del apartado del Estado para la correcta administración de los intereses públicos. ¿Rotura, desgaste, envejecimiento, fin de era, cambio de ciclo? “Es un desgaste producido por el tiempo”, explica el ensayista en su despacho, en Madrid, “y por la falta de atención a un deterioro de las instituciones que hace poquísimo era tan general que afectaba desde a la Corona hasta el último rincón: el Parlamento, que no funciona sino a las órdenes del Gobierno; un Senado inservible; un Tribunal Constitucional dudoso; un Consejo General del Poder Judicial en cuestión…”.

“Igual que se habla de Segunda República, tal vez deberíamos hablar de segunda democracia”, propone el historiador José Álvarez Junco

La sensación de que algo tiene que cambiar es casi unánime. “Sí, hay un cierto final de ciclo”, apunta el historiador José Álvarez Junco. “Igual que se decía Primera República, Segunda, tal vez se debería decir segunda democracia si tomamos como referencia el 78”. El autor de Mater dolorosa. La idea de España en el siglo XIX subraya que la Constitución vigente tiene una virtud inédita en nuestra tradición —nació del consenso—, pero reconoce que desde el franquismo arrastramos un problema: el miedo a la democracia: “Nos martillearon durante 40 años con que las democracias son regímenes muy inestables. ‘Miren Italia’, nos decían, ‘cae el Gobierno cada seis meses. Miren la Segunda República’. Y se hizo una Constitución contra la inestabilidad. Aquí los Gobiernos no pueden ser derrocados porque el voto de censura constructivo es imposible de superar. Tenemos un sistema muy blindado y, además, los partidos se han ido convirtiendo en muy autoritarios —no lo eran tanto al principio— y en muy clientelares”. A falta de la transición ética.

La catedrática de Ética Adela Cortina sostiene que vivimos en una época de cambio, no en un cambio de época. “La gente”, argumenta, “se ha cansado del conformismo de los dos partidos preponderantes, de su tendencia a no pensar en proyectos, sino en ocupar un puesto y dedicarse a sobrevivir. Eso ha llevado a la gente a indignarse con mucha razón”. Para explicar su dedicación a la ética, Cortina suele remontarse a la Transición. Con el final de la dictadura, quiso saber si una sociedad vertebrada en torno a los valores del nacionalcatolicismo podría desarrollar una ética compartida. Por eso se marchó a Alemania a estudiar la ética dialógica de la Escuela de Fráncfort. ¿Necesitamos hoy un cambio similar de valores? La pensadora responde sin dudar: no. “El paso del franquismo a la democracia no se puede comparar con lo que ahora podríamos hacer de novedoso. Somos un país democrático con instituciones deterioradas pero legítimas. No hay una crisis de legitimidad, pero las instituciones tienen que estar de acuerdo con los valores que dicen representar: la libertad, la igualdad —que está en una situación deplorable—, la solidaridad… Hicimos la transición legal, ahora habría que hacer una transición ética”.

Santiago Muñoz Machado subraya que el deterioro institucional ha llevado a una pérdida de fe en el valor de la democracia: “La gente tiende a no creerse que el que habla en las elecciones es el pueblo y que las instituciones les representan. Ese valor es precioso, necesita mucho cuidado y no se ha cuidado nada”. Cuando recuerda algunos de los eslóganes del 15-M —“No nos representan”, “Democracia real ya”—, Muñoz Machado cuenta que, “como tantos”, también él pensó aquel 2011 que eran “exageraciones, un movimiento suflé”. Aunque lo vivió con mucho interés. “Ver a los alumnos en la calle era una alegría por el hecho mismo de aspirar a otra cosa, fuesen o no atendibles sus reclamaciones. Durante años no se conmovían con nada. Eso sí, les está costando convertirse en un partido estable”, dice en alusión a Podemos este catedrático de Derecho de la Universidad Complutense.

“Hicimos la transición legal, ahora habría que hacer una transición ética”, sostiene la filósofa Adela Cortina

En las aulas o en las plazas, nunca se discutió tanto sobre la democracia como desde entonces. Tanto que conceptos que durante años fueron marginales se han instalado en el centro del debate hasta el punto de bautizar exitosas plataformas electorales. Lo común, por ejemplo. El reto para los indignados es marcar la frontera entre lo común y el fantasma del comunismo agitado por sus críticos más ruidosos. “Lo que está en cuestión hoy”, explica la filósofa Marina Garcés, autora de Un mundo común, “es cómo nos definimos y cómo nos organizamos colectivamente más allá de la solución moderna, que es la del Estado nacional y su concepción de la relación entre lo público y lo privado. ¿Quiénes somos nosotros en un sistema capitalista (productivo y financiero) globalizado? En un planeta tan interdependiente, la vida se ha convertido en un problema radicalmente común. Esta dimensión de la política no tiene nada que ver con la solución comunista a la configuración del Estado y de su gestión. Nos obliga a inventar otras soluciones”.

Una grieta convive con la vegetación en una fachada de Madrid. / Laura Muñoz

Muchos pensadores e historiadores coinciden en el diagnóstico, casi ninguno en el tratamiento. En el capítulo de las soluciones reaparece la dicotomía de moda en la España de los años setenta: ruptura o reforma. La globalización, la preeminencia de la economía sobre la política o la propia integración en la Unión Europea han dejado tocada, según algunos, esa “solución moderna” a la que se refiere Garcés: el Estado-nación. Si la corrupción política y la indefensión social ante la crisis —¡los mercados primero!— llevaron a muchos a decir que sus representantes no les representaban, la deriva globalizadora ha llevado a otros a decretar que el Estado del que forman parte ya no les sirve. Entre estos últimos está el filósofo barcelonés Xavier Rubert de Ventós, exdiputado al Congreso y al Parlamento Europeo por el PSC y autor del ensayo De la identidad a la independencia, consagrado a defender el independentismo catalán no desde el costado sentimental-nacionalista, sino desde un pragmatismo más centrado en la teoría política que en la economía.

“El Estado-nación”, explica Rubert por teléfono desde Barcelona, “nace en parte para solucionar un problema de escala y de funcionamiento mercantil en Europa. Funciona por el do ut des, doy para que me des. Los pueblos renuncian a la violencia a cambio de protección económica y militar”. Según Rubert de Ventós, ese Estado-nación está dejando de ser una entidad funcional para reducirse a entidad simbólica. Con la globalización ha ido perdiendo lo que antes ofrecía: democracia, seguridad y presencia internacional. “¿Qué estamos haciendo en Siria?”, se pregunta. “No tenemos ni idea de qué hacer. La concentración del poder da miedo y si el Estado se hace poco funcional ya no me sirve. Pero por funcionalidad, no por identidad. Cuando uno pone el motor, lo razonable es que lleve el volante”.

Para César Rendueles, que nació el año de la muerte de Franco y es autor del ensayo Sociofobia. El cambio político en la era digital, lo que está pasando en Cataluña es lo que Gramsci llamaba “revolución pasiva”: un intento por parte de las élites de sobrevivir a una crisis haciendo algunas concesiones que les permitan seguir en el poder. Una solución “desde arriba”. Esa tensión entre lo nacional y lo social pone sobre la mesa otra grieta: la que existe entre derechos individuales y derechos colectivos, que algunos consideran “históricos”. Según Carmen Iglesias, directora de la Real Academia de la Historia, los llamados “derechos históricos” son una reminiscencia del Antiguo Régimen anterior al establecimiento de las democracias: “Basarse en criterios de territorio, de nacimiento, de pertenencia a la tribu y de diferenciación en la superioridad, en lugar de hacerlo en la ciudadanía que nos hace bajo la ley común ‘libres e iguales’, es una regresión que perjudica a los más pobres, dificulta la movilidad social en beneficio de unos pocos y vulnera la libertad individual”. En un Estado de derecho, argumenta la historiadora, son los ciudadanos los que tienen los derechos, no los territorios: “El territorio común de ese Estado de derecho —España— es, como dice Fernando Savater, ‘el nombre que respalda mi ciudadanía, mis derechos y obligaciones, mi libertad de perfilar las identidades que prefiero”. El propio Savater sostiene que las tensiones proceden de no haber sabido explicar la diferencia entre identidad cultural y ciudadanía democrática: “Una vez aceptada la ley común, el ciudadano tiene derecho a ser diferente a todos los demás”. La solución, afirma el filósofo, está en el largo plazo, en la educación. Resignado a las prisas, apunta: “Ahora llegan elecciones y vamos a tener que ocuparnos de esa pedagogía de urgencia que son las campañas electorales”.

Según Fernando Savater, las tensiones territoriales proceden de no haber entendido la diferencia entre “identidad cultural” y “ciudadanía democrática”

Saliendo de la discusión entre lo individual y lo colectivo, que según Marina Garcés no se resuelve ni con la “simplificación nacionalista” ni con la “abstracción ciudadanista” porque “cada uno de nosotros es individual y a la vez múltiple”, la pensadora barcelonesa propone medidas concretas: “Referéndum en Cataluña, cambio en las leyes electorales, tanto generales como locales, y, a partir de ahí, proceso constituyente sin tabúes que redibuje de abajo arriba la arquitectura institucional y el sistema de toma de decisiones colectivas, incluida la jefatura del Estado. Lo que salga de ahí puede ser un país o varios, pero lo deseable es que sea bien distinto a la España que hemos conocido”.

Para otros, como Álvarez Junco y Muñoz Machado, la salida de la crisis institucional pasa por reformar la Constitución con toda la profundidad que sea necesaria, pero sin necesidad de un proceso constituyente. Se trataría, por un lado, de reconocer a Cataluña y a otros territorios una singularidad que quedó diluida en el famoso “café para todos” autonómico. Por otro, de definir cabalmente las competencias y la financiación de las Comunidades Autónomas. Según Muñoz Machado, “es menos respetuoso con la Constitución cerrar los ojos ante su decadencia que reformarla”. El inmovilismo, dice, es “irresponsable”: “Desestabiliza más que cualquier reforma”. También toca controlar, apunta el jurista, la “patrimonialización” del Estado por parte de los políticos. “La Constitución y el Estado de las autonomías permitieron expandirse a la clase política hasta términos que nunca hubiera soñado. Se apoderó de las instituciones sin un sistema de controles suficientemente severo. Eso hizo posible una corrupción galopante. Modificar ese estatus les producirá, obviamente, temor a la pérdida económica y de influencia, pero si no lo hacen, el pueblo se lo cobrará. Ya se lo está cobrando”.

“Es menos respetuoso con la Constitución cerrar los ojos ante su decadencia que reformarla”, recuerda el jurista Santiago Muñoz Machado

En el supuesto de que se solucionara la crisis institucional, quedaría por resolver otra que llevó a muchos ciudadanos a reparar en ella: la económica. Pesimista ante la posibilidad de que los cambios vayan más allá de “unos parches que permitan seguir tirando”, el historiador Josep Fontana se mueve entre lo local —“¿qué vamos a votar en Cataluña el 20 de diciembre?”— y lo global: “¿Habrá una tercera crisis como las de 1929 y la de 2008? Esa incertidumbre está en todas partes. Hay problemas muy serios que tienen que ver con la economía y con la desigualdad, pero eso no los vamos a poder resolver aquí”. La idea lanzada por Sarkozy en 2008 de refundar el capitalismo es recibida hoy con una sonrisa irónica tanto por Fontana como por Adela Cortina, directora de una fundación para la ética en los negocios (Étnor). “Europa inventó una fórmula muy buena que es la economía social de mercado. El mercado tiene que vivir en un marco institucional para que la distribución de la riqueza sea lo más justa posible. Por ahora, estamos retrocediendo”, afirma Cortina, que no se resigna a la infalibilidad de los ciclos económicos: “La crisis parece una catástrofe natural, y los ciclos, un destino implacable, pero la economía es una actividad humana. Ahí está el caso Volsk­wagen. Hay cosas que no podemos prever, pero hay decisiones que afectan sobre todo a los peor situados. Son ellos los que acaban quedándose sin empleo”.

César Rendueles, que acaba de publicar el ensayo Capitalismo canalla, recuerda que en España la pobreza juvenil, por ejemplo, está muy camuflada por la fuerza de las familias: “Aquí la solidaridad familiar es muy intensa, y el tejido asociativo, muy débil, al contrario que en los países del norte. Necesitamos, aunque la expresión no me gusta, sociedad civil”. La política no puede ser estar en asamblea permanente, sugiere, ni reducirse a votar cada cuatro años. “Creo que la solución pasa por Europa, que debe ser algo más que el Banco Central. Tiene un tejido institucional que debemos resignificar. Es una de las principales economías del mundo y puede desafiar al neoliberalismo global”. Eso del lado del optimismo. Del lado del pesimismo, la idea de que la crisis, como en algunos países latinoamericanos, puede convertirse en la normalidad: “¡Claro que se puede vivir yendo a peor!”. Cuarenta años después de la muerte de Franco —los que tiene Rendueles—, llega el momento de comprobar si el sistema funciona mal o es que funciona así. Ni una cosa ni la otra deberían ser inevitables.

Lecturas para el debate

Informe sobre España. Repensar el Estado o destruirlo. Santiago Muñoz Machado. Crítica.

Mater dolorosa. La idea de España en el siglo XIX. José Álvarez Junco. Taurus.

¿Para qué sirve realmente la ética? Adela Cortina. Paidós.

Un mundo común. Marina Garcés. Bellaterra.

De la identidad a la independencia. La nueva transición. Xavier Rubert de Ventós. Anagrama en castellano/Empúries en catalán.

Contra las patrias. Fernando Savater. Tusquets.

No siempre lo peor es cierto. Estudios de historia de España. Carmen Iglesias. Galaxia Gutenberg.

Sociofobia. El cambio político en la era digital. César Rendueles. Capitán Swing.

Por el bien del Imperio. Una historia del mundo desde 1945. Josep Fontana. Pasado & Presente.

August 24, 2015

09 http://verne.elpais.com/verne/2015/04/14/articulo/1429016086_681676.html

Filed under: archivo personal,economía,future,Holístico,interesting news — fores @ 12:53 am
TU CEREBRO Y TÚ

Todos los mapas que conoces están mal

El sur puede estar arriba y no pasa nada

Cada cierto tiempo, alguien nos recuerda que todos los mapas están mal. Como este tuit.

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Estos mapas con el sur arriba no son los que se usan habitualmente en Australia, pero sí son comunes como forma de mostrar que la orientación con el norte arriba es arbitraria: podría ser cualquier otra. De hecho, en el plano se aprecian tres de los problemas con los que se han encontrado los cartógrafos a lo largo de la historia.

1. ¿Hacia dónde oriento el mapa?

Nos parece tan obvio que los mapas estén orientados hacia el norte que olvidamos que es una convención y que norte y arriba no son sinónimos. “No hay ninguna razón puramente geográfica por la que una dirección sea mejor que otra, o por qué los mapas occidentales modernos han naturalizado la asunción de que el norte debería estar arriba”, escribe Jeremy Brotton en Historia del mundo en 12 mapas.

De hecho, en los mapas medievales judeocristianos y hasta finales del siglo XV, la Tierra se representaba orientada hacia el este, con Asia arriba, Europa abajo a la izquierda y África abajo a la derecha, como en el mapamundi de San Severo. Al fin y al cabo, “orientar” viene de “oriente”.

Mapamundi del Beato de San Severo. Wikipedia

El este se prefería en muchas culturas por ser la dirección por la que salía el sol, siendo el sur la segunda dirección en preferencia. El oeste se asociaba con la decadencia y la muerte, y el norte, “con la oscuridad y la maldad”. No en todas partes: los mapas babilonios y chinos, por ejemplo, se orientaban al norte, igual que los propuestos por el astrónomo Ptolomeo en el segundo siglo después de Cristo. Sí parece sensato que los mapas para navegar tengan en cuenta el eje norte-sur, dado el uso de brújulas, pero Brotton nos recuerda que se podría haber optado por el sur con la misma facilidad.

Por cierto, “todos los estudiosos de la Edad Media sabían que la Tierra era una esfera”, explica Umberto Eco en Historia de las tierras y los lugares legendarios, citando a Dante, Orígenes, Ambrosio, Alberto Magno, Tomas de Aquino e Isidoro de Sevilla, que incluso calculó la longitud del Ecuador. De hecho, las dudas sobre la ruta que proponía Colón no se debían al temor a que cayera por un abismo, sino porque se creía que Colón se basaba en un cálculo optimista acerca del tamaño de la Tierra y que su ruta no era tan corta como pensaba (y no lo era).

Si a alguien le quedan dudas acerca de lo arbitrario que resulta orientar un mapa en cualquier dirección, no tiene más que ver esta foto. Es la Tierra tal y como se fotografió desde el Apolo 17, con el polo sur arriba. Sí, normalmente se le da la vuelta para que nadie se ponga nervioso.

Esa isla del centro es Madagascar. NASA

2. ¿Qué pongo en el centro?

Como se puede ver en el mapa del tuit, Australia está situada en medio. La mayoría de los mapas “ponen la cultura que los produjo en el centro”, como explica también Brotton. Lo cual tiene sentido no sólo político, sino también práctico: es similar a cuando abrimos Google Maps y lo primero que queremos saber es dónde estamos para saber qué camino hemos de seguir.

“¿Nunca has querido ser el centro de atención de forma tan exagerada que partes Asia en dos?”, se pregunta este meme sobre los mapas americanos que ponen a este continente en el centro

El centro tiene un valor simbólico, como en el caso del mapamundi de la catedral de Hereford, que se dibujó alrededor del año 1300 en Inglaterra, pero que coloca a Jerusalén en su punto medio. O como el mapa del logo de las Naciones Unidas, con centro en el polo Norte, para que no se enfade nadie, de modo similar a la proyección que hizo el estadounidense Richard Edes Harrison durante la Segunda Guerra Mundial, con otros objetivos: mostrar tanto la importancia del avión en el conflicto como el lugar que ocuparían Estados Unidos y la Unión Soviética tras la guerra.

3. ¿Cómo dibujo una esfera en un plano?

Este es uno de los problemas más complejos para los cartógrafos, explica Brotton, ya que es imposible proyectar una esfera en una superficie de dos dimensiones sin que haya algún tipo de distorsión en la forma o en los ángulos. Pongamos por ejemplo un mapa que sigue la proyección de Mercator, en cuyo plano de 1569 se basan muchos de los actuales.

Mapa de Mercator. Strebe / Wikipedia

Tal y como recuerda este vídeo de Buzzfeed, este mapa contiene proporciones que no son correctas.

Mercator “trató el globo como un cilindro y mantuvo los ángulos cuidadosamente en su superficie”, explica Brotton. Los meridianos no convergen como deberían y por eso la Antártida parece tan grande y Groenlandia tan extensa como Sudamérica, a pesar de tener sólo una octava parte de su superficie. Además, Europa parece el doble de amplia que Sudamérica, cuando realmente es la mitad. Eso, entre otras distorsiones.

Pero aunque parezca extraño, el Mercator no es, ni mucho menos, un mal mapa: estas distorsiones permiten mantener mantener los rumbos marinos en líneas rectas, que era uno de sus objetivos. Y, por ejemplo, Google Maps, Bing y OpenStreetMap usan una variante del Mercator para sus planos a gran escala, ya que sus “rectángulos simétricos se adecúan perfectamente a los mosaicos de píxeles que conforman un mapa digital”, explica Simon Garfield en En el mapa.

Mercator en Google Maps, como se puede apreciar por el tamaño de Groenlandia, por ejemplo

Es decir, todas las proyecciones tienen sus ventajas, pero también sus inconvenientes (y distorsiones, que se pueden medir con los indicadores Tissot). Incluso la de Arno Peters, de 1973. En su mapa, los continentes del norte aparecen radicalmente reducidos en tamaño, mientras que África y Sudamérica se muestran como “lágrimas enormes resbalando hacia la Antártida”, apunta Brotton. Este plano pretendía superar los errores de proporciones del Mercator y poner en evidencia que nuestra forma de ver el mundo tiene consecuencias políticas. El mapa de Peters fue el más vendido durante las dos décadas siguientes y fue adoptado por entidades como las Naciones Unidas y Oxfam. Llegó incluso a la serie El ala oeste de la Casa Blanca, donde un cartógrafo pronuncia la frase: “Nada está donde crees que está”.

Proyección de Gall-Peters. Strebe / Wikipedia

Pero esta proyección también tiene distorsiones y errores de cálculo: por ejemplo, Nigeria y el Chad aparecen el doble de grandes. Para colmo, Peters tampoco dijo que se había basado en el trabajo de James Gall. A pesar de todos estos defectos, Brotton recuerda que su gran mérito es que “obligó a los cartógrafos a admitir que sus mapas nunca habían sido y nunca podrían ser ideológicamente neutrales o representaciones científicamente objetivas”. Esto también ayudó a que se crearan (o recuperaran) proyecciones adecuadas para usos específicos, teniendo en cuenta que cada una tiene sus aplicaciones.

Por ejemplo, la proyección del mapa australiano del tuit del principio es la Hobo-Dyer, de 2002 y similar a la Gall-Peters. Este otro mapa es el de Robinson, de 1963 y comina elementos de los mapas de Mercator y Gall-Peters, además de intentar simular cierta curvatura, aunque esto lleva a distorsión en las zonas altas y en los extremos.

Proyección de Robinson. Strebe / Wikipedia

La de Goode, de 1923, mantiene la proporción de tamaños, pero las direcciones y distancias no son fidedignas.

Proyección de Goode. Strebe / Wikipedia

La Dymaxion, de R. Buckminster Fuller es un icosaedro diseñado en el que se mantienen las formas y dimensiones, e intenta representar los continentes en un continuo.

Proyección Dymaxion. Eric Gaba / Wikipedia

La Winkel Tripel es de 1921 y es una de las que ofrece menos distorsiones. Desde 1998, National Geographic la usa como su proyección estándar, reemplazando así a la Robinson.

Proyección Winkel Tripel. Strebe / Wikipedia

A medida que nos hemos familiarizando con la imagen del mundo, los mapas se usan para reflejar temas sociales, políticos y económicos. De hecho, los planos se distorsionan adrede para reflejar estos asuntos. Uno de los principales ejemplos de esta tendencia es el Atlas of the Real World: Mapping the Way We Live (1998), en el que Daniel Dorling, Mark Newman y Anna Barford dibujaron 366 mapas adaptándolos según datos demográficos, de inmigración, de mortalidad infantil y de mortalidad en conflictos bélicos, entre otros temas. En esta línea, este mapa de TeaDranks, usuario del foro Reddit, muestra los tamaños de los países según su población en 2015. Australia y Canadá casi desaparecen y la India es más grande que África.

Tamaño de los países según su población en 2015. TeaDranks / Reddit

Este otro de Jan Van der Weijst ajusta los tamaños según la población encarcelada por 100.000 habitantes en cada país.

Mapamundi con los tamaños de los países ajustados según su población encarcelada. Jan Van der Weijst

Los mapas también nos pueden servir para ver el tamaño de África en perspectiva. Y eso que este ejemplo sigue la proyección de Mercator: por ejemplo, el Reino Unido en realidad tiene la mitad de extensión que Madagascar y no más o menos la misma.

The size of Africa in perspective pic.twitter.com/ENITlEqCyh

— WorldStar (@WorldStarBitch) marzo 15, 2014

El mapa anterior cobra especial relevancia si además lo comparamos con la riqueza de cada país.

August 13, 2015

09 JRR Tolkien’s first fantasy story

Filed under: archivo personal,módulo básico — fores @ 12:13 am

JRR Tolkien’s first fantasy story to be published this month

The Story of Kullervo, written in 1915, was inspired by 19th-century Finnish poem, and influenced his later novel The Silmarillion

‘A form of my own’ ... JRR Tolkien.
‘A form of my own’ … JRR Tolkien. Photograph: Time Life Pictures/Getty Images

Wednesday 12 August 2015 10.53 BST Last modified on Wednesday 12 August 2015 16.27 BST

The young JRR Tolkien’s dark retelling of a Finnish epic poem, which features a young man sold into slavery who unknowingly seduces his sister before killing himself, is to be published later this month for the first time.

The Story of Kullervo was written in 1915, while Tolkien was studying at Oxford. Thought to be his first work of prose fantasy, it sees the young writer who would go on to pen The Lord of the Rings retell part of the 19th-century Finnish poem the Kalevala. The author himself described it as “the germ of my attempt to write legends of my own”. The unfinished manuscript, which lies in the Bodleian Library in Oxford, has previously only appeared in an academic paper by the US Tolkien scholar Verlyn Flieger, with its release on 27 August by HarperCollins its first mainstream publication.

The work tells the story of the son of Kalervo, “Kullervo the hapless”, as Tolkien calls him. An orphan with supernatural powers, Kullervo is brought up in the home of a dark magician, Untamo, who killed his father, kidnapped his mother and tries to kill the boy three times. When Kullervo is sold into slavery, he swears revenge, but unknowingly commits incest with his twin sister – who kills herself when she discovers what they have done.

“And before he could leap up and grasp her she sped across the glade (for they abode in a wild dwelling …) like a shivering ray in the dawn light scarce seeming to touch the green dewy grass till she came to the triple fall and cast her over it down its silver column to the ugly depths,” writes Tolkien. “And her last wail he heard and stood heavy bent on the brink as a lump of rock till the sun rose and thereat the grass grew green and the birds sang and the flowers opened and midday passed and all things seemed happy: and Kullervo cursed them, for he loved her.”

Tolkien’s narrative breaks off shortly after this point, with the rest of the story, in which Kullervo then kills himself, told by the author in outline. In Stuart D Lee’s A Companion to JRR Tolkien, he compares the “straightforward prose” of Tolkien’s version of the tragic end of Kullervo with the “much more dramatic” end of Túrin in The Silmarillion. In Kullervo, Tolkien writes of the suicide of the young man: “The sword says if it had joy in the death of Untamo how much in death of even wickeder Kullervoinen. And it had slaid many an innocent person, even his mother, so it would not boggle over Kullervo. He kills himself and finds the death he sought for.”

In The Silmarillion, by contrast, Tolkien writes: “And from the blade rang a cold voice in answer: ‘Yea, I will drink thy blood gladly, that so I may forget the blood of Beleg my master, and the blood of Brandir slain unjustly. I will slay thee swiftly.’ Then Túrin set the hilts upon the ground, and cast himself upon the point of Guthrang, and the black blade took his life.”

HarperCollins called Kullervo “perhaps the darkest and most tragic of all JRR Tolkien’s characters”, adding that he was “the clear ancestor of Túrin Turambar, tragic incestuous hero of The Silmarillion”.

“In addition to it being a powerful story in its own right, The Story of Kullervo – published here for the first time with the author’s drafts, notes and lecture-essays on its source-work, The Kalevala – is a foundation stone in the structure of Tolkien’s invented world,” said the publisher.

“I was immensely attracted by something in the air of the Kalevala,” Tolkien wrote in 1955 to WH Auden. “I never learned Finnish well enough to do more than plod through a bit of the original, like a schoolboy with Ovid … But the beginning of the legendarium … was in an attempt to reorganise some of the Kalevala, especially the tale of Kullervo the hapless, into a form of my own.”

In 1914, he wrote of how he was “trying to turn one of the stories – which is really a great story and most tragic – into a short story … with chunks of poetry in between”.

John Garth, in his Tolkien and the Great War, calls the tale “a strange story to have captured the imagination of a fervent Roman Catholic: Kullervo unwittingly seduces his sister, who kills herself, and then he too commits suicide”.

But Garth suggests that “the appeal perhaps lay partly in the brew of maverick heroism, young romance, and despair”.

“The deaths of Kullervo’s parents may have struck a chord, too,” adds Garth, alluding to the deaths of both of Tolkien’s parents by the time he was 12. “An overriding attraction, though, was the sounds of the Finnish names, the remote primitivism, and the Northern air.”

The Story of Kullervo is the latest in a handful of previously unpublished works from Tolkien that have been released in recent years, including his translation of Beowulf, his poem The Fall of Arthur, and the unfinished Middle-earth story The Children of Húrin.

  • This article was amended to correct a reference to Tolkien being a teenager when he wrote the story. He was 23 at the time.

August 10, 2015

09 ¿Quieren provocar otra depresión?

Filed under: archivo personal,economía,future,Holístico — fores @ 8:20 am
ANÁLISIS

¿Quieren provocar otra depresión?

Hace años decía que no sería posible que se repitieran los errores de la crisis de 1929. Me equivocaba

9 AGO 2015 – 00:00 CEST9

MARAVILLAS DELGADO

 

En los primeros momentos de la actual crisis económica, solía incluir en mis discursos una línea que a veces provocaba aplausos, generalmente risas y que siempre daba a los oyentes motivos para el optimismo. Decía que vista la experiencia de Europa y Estados Unidos en la década de 1930, hoy las autoridades no cometerían los mismos errores que sus predecesores durante la Gran Depresión. Esta vez cometerían errores diferentes y (ojalá) no tantos como entonces.

Por desgracia, mi predicción resultó errada. Los funcionarios de la eurozona no sólo insistieron en repetir las torpezas de los años treinta, sino que parecen decididos a hacerlo en forma más brutal, más exagerada y más amplia. Eso no me lo esperaba.

Cuando en 2010 estalló la crisis de deuda griega, me pareció que las lecciones de la historia eran tan obvias que la solución se hallaría fácilmente. La lógica estaba clara. Si Grecia no fuera miembro de la eurozona, su mejor opción habría sido entrar en suspensión de pagos, reestructurar la deuda y depreciar su moneda. Pero como la Unión Europea no quería que Grecia abandonara el euro (hubiera sido un gran retroceso para el proyecto político europeo) se le ofrecería ayuda, apoyo, quita de deuda y asistencia con los pagos en cantidad suficiente para compensar cualquier ventaja que pudiera obtener saliendo de la unión monetaria.

En cambio, los acreedores de Grecia optaron por apretarles las tuercas. Por eso es probable que hoy Grecia esté en una situación mucho peor que si hubiera abandonado el euro en 2010. El caso griego sirve de contrapartida al de Islandia, que en 2008 se sumergió en una crisis financiera. Mientras Grecia sigue empantanada en la depresión, Islandia (que no está en la eurozona) está básicamente recuperada.

Claro que, como señaló en 2007 el economista estadounidense Barry Eichengreen, hay motivos técnicos por los que salir de la eurozona es difícil, costoso y arriesgado. Pero eso es una sola cara de la moneda.

Usando Islandia como comparación, el costo que supone a Grecia no salir de la eurozona es equivalente al 75% del PIB de un año (y en ascenso). Se me hace difícil creer que si Grecia hubiera abandonado el euro en 2010, el efecto económico hubiera llegado siquiera a la cuarta parte de eso. Además, me parece igualmente improbable que el impacto inmediato de salir de la eurozona hoy sea mayor que el coste a largo plazo de quedarse, dada la insistencia de los acreedores de Grecia en la austeridad.

Esa insistencia es reflejo del apego de los funcionarios de la UE (especialmente en Alemania) a un marco conceptual que los llevó una y otra vez a subestimar la gravedad de la situación y recomendar políticas que empeoraron las cosas.

En mayo de 2010, el PIB de Grecia registró una caída interanual del 4%. La UE y el Banco Central Europeo predijeron que el primer programa de rescate reduciría el PIB griego otro 3% por debajo de los niveles de 2010, antes de que la economía comenzara a recuperarse en 2012.

Pero en marzo de 2012 se impuso otra realidad. El PIB iba camino de ser un 12% inferior a 2010, y se implementó un segundo programa. A fin de año, había caído un 17% por debajo de 2010. Hoy está un 25% por debajo del nivel de 2009. Y aunque algunos predicen una recuperación en 2016, no veo que haya ningún análisis de la demanda potencial que justifique ese escenario.

La principal razón por la que las proyecciones erraron tanto es que sus autores subestimaron una y otra vez el impacto del gasto público en la economía, especialmente en una situación de tipos de interés cercanos a cero. Y la evidente incapacidad de las medidas de austeridad para reiniciar la economía en Grecia o el resto de la eurozona no bastó para que las autoridades repensaran la estrategia.

En cambio, parece que están redoblando la apuesta, con la teoría de que cuanto más profunda la crisis, más impulso habrá para las reformas estructurales. La idea es que estas son necesarias para fortalecer el crecimiento a largo plazo, y que sieste tarda en aparecer, es porque las reformas eran aún más necesarias de lo que se pensaba.

Lamentablemente, es la misma historia de la década de 1930. Como señala el comentarista estadounidense Matthew Yglesias, aunque en aquel momento los principales partidos europeos de centroizquierda se dieron cuenta de que las medidas aplicadas no funcionaban, no propusieron alternativas. “Se dejó a otros partidos con peores intenciones (Hitler, por ejemplo) entrar en escena y decir que si las reglas del juego llevaban a largos períodos de desempleo masivo, entonces había que cambiarlas”.

Hoy, añade Yglesias, los políticos europeos de centroizquierda “no tienen ni una estrategia para cambiar las reglas de juego ni agallas para patear el tablero”. Por ello impera la austeridad, y las voces discordantes son las de populistas como Marine Le Pen en Francia o Beppe Grillo en Italia, cuyas propuestas económicas prometen ser aún más ineficaces.

Yo creía que seríamos capaces de aprender del pasado, y que la Gran Depresión fue suficientemente importante en la historia europea para que las autoridades no repitieran los mismos errores. Y sin embargo, por ahora es precisamente lo que parece estar ocurriendo.

J. Bradford DeLong es profesor de Economía en la Universidad de California en Berkeley e investigador asociado en la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas de los Estados Unidos.

© Project Syndicate, 2015.

Traducción de Esteban Flamini.

August 3, 2015

09 Sarrià: “Valencia no necesita crecer en extensión, sino sobre sí misma”

Filed under: módulo básico — fores @ 11:41 pm
entrevista al concejal de desarrollo urbano

Sarrià: “Valencia no necesita crecer en extensión, sino sobre sí misma”

X. AGUAR. 2 Agosto 2015.
El edil socialista, tras años de denuncia en la oposición, se enfrenta al reto de rehabilitar el Cabanyal, revisar el PGOU, resolver el convenio de Jesuitas o impulsar el Parc Central

El concejal Vicent Sarrià en la puerta principal del Ayuntamiento

VALENCIA. El coordinador del área de Desarrollo Urbano y Vivienda del Ayuntamiento de Valencia,el socialista Vicent Sarrià, tiene ante sí varios de los retos más complicados y apasionantes del mandato tras la salida de Rita Barberá del consistorio y el fin del dominio del PP en el Cap i Casal de los últimos 24 años.

Asuntos como la recuperación del Cabanyal-Canyameral, la rehabilitación de viviendas, la revisión del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), el Parque Central, el convenio de Jesuitas o el proyecto de la línea T2 del Metro, son exámenes a los que, de una manera u otra, el concejal Sarrià debe enfrentarse ya no en los próximos cuatros años, sino en los meses venideros.

-¿Cómo se va a proceder antes el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que presentó el anterior gobierno liderado por Rita Barberá?
-Las tres fuerzas que conformamos el equipo de gobierno manifestamos en su día que nuestro objetivo era retirar una revisión que, a nuestro juicio, era innecesaria, mal calibrada y depredadora de la huerta. Abogamos por trabajar en la ciudad consolidada, resolver los vacíos de esta ciudad, abordar el problema del suelo dotacional pendiente de ejecutar, que es aproximadamente el 80% del que había previsto en el PGOU, y eso implica un trabajo de gestión urbanística barrio a barrio y significa trabajar sobre el anterior Plan General. Valencia no necesita crecer en extensión, sino crecer sobre sí misma, y atender las demandas de dotaciones de los barrios y la resolución de problemas urbanísticos de hace dos décadas. La revisión tal y como estaba planteada la aparcamos. La fórmula sobre la que se produzca el desistimiento estamos estudiándola.

-Pero, ¿aparcar la revisión del PGOU del anterior gobierno no implicará un retraso en las actuaciones?
-Una cosa es el planteamiento y otra la gestión urbanística. Independientemente de la fórmula que elijamos, desde septiembre nuestro objetivo es actuar sobre la ciudad consolidada y no tener que esperar. Queremos actuar de inmediato sobre los barrios que más lo necesitan: revisar el estado de dotación y ejecución del actual PGOU que nos permita solucionar esos déficits que existen en cada zona con el objetivo de conseguir esos suelos dotacionales sin tener que recurrir a la expropiación como única vía de conseguir ese suelo. Eso precisamente es lo que ha hecho el gobierno municipal hasta ahora, lo que ha desembocado en un gasto acumulado de más de 500 millones de euros en expropiaciones en las últimas legislaturas. Una dinámica insostenible desde el punto de vista económico para el Ayuntamiento.

-Si no quiere aplicar expropiaciones, ¿cómo piensan actuar?
-Nosotros impulsaremos transferencias de aprovechamiento, modificaciones puntuales del planeamiento, acuerdos con los propietarios, potenciaremos la gestión urbanística para que la ciudad y sus barrios tengan las dotaciones que sean necesarias, reordenando aquellos aspectos del Plan General pero desde el primer momento. En paralelo veremos cuál es la mejor fórmula para hacer una revisión del PGOU con otros criterios distintos a los que planteó el anterior equipo del gobierno del PP y que por supuesto no van a pasar por ocupar nuevos sectores del huerto ni de aumentar el perímetro de la ciudad salvo alguna actuación puntual.

-¿Qué van a hacer con Sociópolis? Su jefe de filas, Joan Calabuig, habló de la necesidad de impulsarlo.
-Es un exponente de una política equivocada del gobierno local y autonómico del PP, puesto que se impulsó desde la Generalitat. El fracaso de esa iniciativa salta a la vista: cualquiera que visite Sociópolis puede percibir el fiasco que supuso, con un edificio de 184 viviendas que impulsaba el Ivvsa paralizado, como un esqueleto testigo de ese fracaso y puesto a la venta por la Generalitat. Una urbanización nunca concluida pese a que el Ayuntamiento puso toda las facilidades al Gobierno valenciano.

-¿Entonces?
-No compartimos la filosofía del proyecto pero a día de hoy viven familias que pertenecen a la ciudad y no hay otra opción que no sea tratar de completar la urbanización y desde el Ayuntamiento, dotar de los servicios necesarios. Ya estamos en contacto con la Generalitat para buscar soluciones de cara a completar la urbanización, que es competencia suya, pero también es responsabilidad nuestra porque hay vecinos que viven allí y son ciudadanos de la capital. Así que le exigiremos a la Generalitat que cumpla sus compromisos.

Vicent Sarrià (PSPV), en las escaleras del Ayuntamiento de Valencia

-Una de las medidas ‘estrella’ de su programa era el ambicioso plan de rehabilitación de viviendas que crearía 7.500 empleos. Una idea en la que coincidía en términos generales con Compromís. ¿Cuál es la hoja de ruta?
-Es uno de los ejes de reactivación económica de la ciudad para nosotros. Una acción en la que el Ayuntamiento debe poner un plus inversor pero que es una actividad necesariamente afectada por todas las Administraciones y, por supuesto, de aportaciones externas que la facilitaran con subvenciones y programas europeos. Estamos en conversaciones con la Generalitat para ver cómo podemos concretar una colaboración para impulsar de manera definitiva tanto desde el ámbito público como privado en la ciudad.

-Uno de los epicentros de esta rehabilitación será el Cabanyal, según vienen anunciando.
-La propia Conselleria ha anunciado la reorientación de fondos del Plan Confianza para dirigirlos explícitamente a la tarea de rehabilitación del barrio. En paralelo, desde el Ayuntamiento vamos a presentar un plan integral a la Unión Europea que nos permita conseguir fondos adicionales. En este sentido, cabe recordar que el consistorio tiene un parque de unas 500 viviendas y solares en propiedad en el ámbito de la antigua prolongación de Blasco Ibáñez, que es un activo por el que vamos a empezar una vez diseñemos con la Generalitat el plan de actuación. Esperamos que esta experiencia nos sirva de guía para otros barrios de Valencia que tengan situaciones similares y donde podemos aplicar proyectos de este tipo. Estamos en contacto con organizaciones empresariales que han mostrado su deseo en participar de este proceso, como Fevec por ejemplo. Todos somos conscientes, que la rehabilitación es uno de los motores para impulsar la reactivación económica de la ciudad además de mejorar la calidad urbana.

-Otra de las ‘patatas’ calientes de su departamento es el ya viejo proyecto del Parque Central. ¿Vamos a ver alguna aceleración en él?
-Es difícil que haya un golpe de timón sobre lo que está en marcha. Nuestro objetivo no es únicamente completar el trozo de parque que se planteó en la zona Ruzafa-Malilla, queremos pisar el acelerador para que esa parte, para nosotros insuficiente, del Parque Central, se ejecute lo más pronto posible pese a las muchas dificultades que existen puesto que, por ejemplo, no se tienen la totalidad de los terrenos para la actualidad, que existen problemas de diseño en la parte de rehabilitación que afecta a las naves de Demetrio Ribes en el sentido de que no había ningún canal de diálogo abierto con los vecinos… Todo esto lo estamos poniendo en marcha: se ha creado una comisión técnica con las delegaciones de Patrimonio y Deporte junto a las entidades vecinales para una vez rehabilitadas las naves consensuar su uso en el futuro.

-¿Y qué pasa con el soterramiento de vías y el proyecto del túnel pasante?
-Evidentemente, que avancemos en el proyecto no es óbice para que no haya una reivindicación hacia el Ministerio de que seguimos exigiendo el cumplimiento de los términos del convenio: es decir, demandamos el compromiso con Valencia y con la Comunitat de que se aborde la reforma de la red arterial ferroviaria que afecta no solo al Cap i Casal sino a todo el Corredor Mediterráneo. Terminar con ese cuello de botella, es una exigencia firme del Ayuntamiento, de los empresarios y de toda la sociedad civil valenciana y no vamos a renunciar a ello como hizo Rita Barberá.

-Otro asunto de larga duración, ¿para cuándo los avances en el convenio de Jesuitas?
-Esta semana nos hemos reunido para abordarlo. El consistorio está cumpliendo las previsiones del convenio y en breve se licitará el proyecto demolición del llamado ‘nuevo ayuntamiento’ situado junto al viejo Mestalla. A la vuelta del verano estará lista la mencionada licitación, puesto que se han producido ya las transferencias de aprovechamiento entre el solar y la avenida de Aragón. Solventadas las dificultades, lo normal es que en torno al mes de noviembre se materialice la permuta de los terrenos de Jesuitas por la avenida de Aragón y se proceda a la demolición. A partir de entonces empezaremos a trabajar junto a la universidad en la anhelada ampliación del Botánico en el solar de Jesuitas.

-En la pasada legislatura, el PSPV y usted en particular fueron muy activos respecto al problema del parking de Brujas. Ahora, la pelota está en su tejado.
-Esto ha sido un martirio para los comerciantes de la zona en la medida de que las obras se prolongaron durante años con los perjuicios que esto ha supuesto. La Generalitat no cumplió y en un momento dado el Ayuntamiento ‘rescató’ al Gobierno valenciano de sus compromisos y, para terminar, tras el concurso fallido del parking, devolvió la responsabilidad a la Generalitat que era quien la tenía originariamente. Un proyecto, el de este aparcamiento, que no era el objetivo principal de la actuación, sino que era una consecuencia de las obras de la Línea T2 del metro. En la primera reunión con la consellera de Obras Públicas, María José Salvador, llegamos al acuerdo de que la Generalitat asumirá terminar la construcción y equipamiento del parking lo más rápidamente posible incluida una nueva rampa de acceso en la continuación de Guillem Sorolla. Y por otro lado, el proyecto de urbanización que había hecho la Generalitat de la plaza de Brujas hemos pedido que se haga una urbanización provisional que no perjudique más la vida comercial y ciudadana del entorno y que en paralelo revisemos el proyecto anterior porque partía de unos criterios de movilidad que no compartíamos. Hay que abordar todo esto teniendo en cuenta la integralidad de la actuación y consensuándolo con comerciantes y vecinos.

-Un proyecto relacionado con la línea T2, también conocida como ‘línea fantasma’ del metro.
-Para el equipo de gobierno es un objetivo completar la infraestructura y para ello necesitaremos la ayuda del Ejecutivo central. Ahora bien, lo que hemos puesto sobre la mesa en la conselleria es que es absurdo tener un gasto de mantenimiento de la línea completada entre Nazaret y la calle Alicante sin uso. Así que pedimos es que hicieran los estudios necesarios para ver si provisionalmente podemos poner en funcionamiento ese tramo ya ejecutado.

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